Signos Heraldicos
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Por regla general, se suele atribuir la difusión de la heráldica a unas fechas
que se fijan en el siglo XII y comienzos del XIII con ocasión de las Cruzadas.
¿Quiere esto decir que con anterioridad la heráldica era materia poco menos que
desconocida y, por
supuesto, no utilizada? No es esa nuestra opinión, ni tampoco la de numerosos y
acreditados heraldistas.
A este respecto, consideramos muy interesante reproducir parte de la
introducción que, el prestigioso autor, don Francisco Piferrer, efectúa en su
"Diccionario de la Ciencia Heráldica", y que dice: "No sin motivo se lee que
"Dios creó el mundo a las contínuas y perpetuas discusiones de
los hombres"; de otro modo no sería fácil comprender como han podido surgir
tantas cuestiones, tantas y tan diversas opiniones sobre las insignias, armerías
y blasones, fijando unos su origen en Adán, otros en Noé, otros en el pueblo de
Israel, otros en los Faraones de Egipto, otros en la Guerra de Troya: y así,
estrechando las distancias de tiempo y disputándoles, siglo por siglo, su
antigüedad, han atribuido algunos su invención a los griegos, otros a los
romanos, otro s a los
alemanes, con motivo de sus justas y torneos, que comenzaron a principios del
siglo VIII, otros a los franceses con motivo de los suyos, que empezaron a
comienzos del siglo IX, y algunos sostienen que las insignias y armerías
nacieron a fines del siglo X
con ocasión de las primeras Cruzadas. Tanta diversidad de dictámenes y opiniones
en una cuestión que tan clara nos parece, ha de tener forzosamente por causa,
como sucede en la mayor parte de las cuestiones, alguna confusión introducida en
las ideas o en las palabras
con que se manifiestan. En efecto, basta examinar de paso las razones que cada
uno aduce en apoyo de su tesis, para convencerse de que todos toman por origen
de las insignias y blasones algunos de los grados por los cuales han pasado en su marcha regular y
progresiva de desarrollo y perfección. Procurando pues, evitar toda confusión y
ambigüedad en los términos, decimos que, consideradas las armerías, en su
sentido general, extenso y genuino de signo y emblemas para denotar ciertas diferencias o distinciones
sociales o individuales empezaron como queda ya expresado, tan luego como hubo
hombres en sociedad. Y aún consideradas en el estilo particular de nuestros
escudos de armas o blasones, existieron ya con diferencias puramente accidentales entre los griegos, los
romanos y otros muchos pueblos".
Expresa Piferrer además, su absoluto convencimiento, que afirma puede
demostrarse con sólidos y copiosos datos, que los blasones o símbolos heráldicos
son tan antiguos como el género humano. Expresa después su extrañeza de que
muchos autores pasen por alto las pruebas que alega, concediendo, al origen del blasón, un tiempo casi
moderno, dado que nadie ignora que tuvieron símbolos heráldicos muchos de los
primeros pueblos y más antiguas ciudades del orbe y opina que de ahí la causa de
muchas de las discusiones,
que proceden de la confusión de ideas que dan pie a muchos criterios erróneos,
que se admiten como verdaderos cuando, en realidad, son falsos lo que produce
inexactas consecuencias. Tiene razón el acreditado autor: los signos heráldicos
vienen de tiempos muy
remotos y ahí están los distintivos de las doce tribus de Israel, cada una de
las cuales poseía su propia distinción heráldica.
O sea, que, nos vamos a una antigüedad de más de cuatro mil años. Y ¿qué se
puede decir de la estrella de diez puntas representativa de los diez primeros
discípulos de Cristo? Existen una serie muy grande de símbolos de aquel tiempo,
algunos de los cuale s han
sido reproducidos en esta obra.
¿Alguien sería capaz de negar la autenticidad al sello del emperador romano
Constantino I? Y aún avanzando más en el tiempo, en el siglo VIII ya existía el
signo monástico representativo de "en el nombre de Dios", o los de la Virgen
María, del mismo siglo.
Siguiendo con Piferrer, es sumamente interesante su opinión respecto a aquellos
que colocan el origen del blasón en las primeras Cruzadas, considerándolos poco
menos que organizados y regularizados casi como en nuestros días. Se dice que
las armerías nacieron con
motivo de las repetidas hazañas y proezas de los cruzados, que recibieron los
blasones como premio a las mismas, y así fue como la ciencia heráldica llegó a
su estado de perfección.
Pero esto no quiere decir que no existiera con anterioridad. Volviendo al pueblo
de Israel es harto conocido que tuvieron como símbolo el "Arca de la Alianza" y
por divisa el sagrado nombre de "Javeh" (o Jehová, según su
trascripción
cristiana).
¿Olvidaremos que los antiguos egipcios tuvieron ya sus propios signos
heráldicos? ¿O que para designar al Estado lo hacían por medio del dibujo de un
cocodrilo? ¿O que su religiosidad poseía el signo de un buey, "Apis"? Y que para
referirse a su dios Horus,
no pintaban la cabeza de un halcón.
La simbología, que es la base de la heráldica, aparece en tiempos remotísimos y
ello es patente en este bajo relieve de un sarcófago, del Museo de Valencia, en
donde figura el símbolo o marca de Constantino, así como la cruz, palomas y
corderos, todo ell o
perteneciente a la simbología cristiana de los primeros tiempos.
Para Piferrer afirmar que los egipcios adoraban al cocodrilo, al buey o al
halcón, resulta equivocado. Los tenían como blasones y en prueba de aprecio y
respeto los dedicaban a su dioses tutelares. Lo contrario, añade el citado
autor, sería tanto como decir que los ingleses adoran al leopardo, los franceses al águila, los españoles
al león y los madrileños al oso y el madroño, etc. etc.
Incluye una serie de pueblos que tuvieron sus símbolos heráldicos en diversos
animales o plantas.
La palmera fue el emblema de los fenicios. La paloma explayada en campo de oro,
el de los asirios. Por su parte, los atenienses ostentaban la esfinge de
Minerva, acompañada de un búho y un olivo. Los cartagineses tenían como símbolo
la cabeza de un caballo. El
dragón fue el emblema de los dacios. En cuanto a los romanos, la loba que
amamantó a Rómulo y Remo. Los godos, al oso. Los antiguos galos, a la alondra. Y
los chinos, a los que en justicia se considera como uno de los pueblos más
antiguos de la tierra,
tuvieron como blasón, y aún lo tienen, el dragón de oro en campo de gules y
sinople.
En lo que respecta a las ciudades, Rodas un delfín, Antioquía, una matrona
torreada, de pie, con un caballo a su lado. Argos, la ciudad griega del
Peloponeso, un toro. Tiro, una nave. Corinto, un caballo con alas, el célebre "Pegaso".
Siracusa, un carro tirado por cuatro caballos, y la victoria coronando al
conductor. Sicilia, dos hachas.
Si tuviéramos que bucear en la historia de todas las ciudades encontraríamos que
cada una tenía su propio signo que la identificaba.
Casi siempre este signo se elegía por su semejanza al nombre de la población,
pero lo que no cabe duda es que esta heráldica municipal existe desde hace
muchísimo tiempo.
Podríamos llenar mucho, muchísimo espacio, refiriéndonos a este tema, pero
creemos que basta con los ejemplos citados.
Los blasones nacieron con el género humano y desde siempre tanto individuos como
poblaciones han deseado tener su propio signo que las diferencie de las demás.
Ya Caín, el fratricida, llevó la marca heráldica en la frente, impuesta por Dios
para que todos pudieran reconocerlo.
Diseño
y realización: Jose Navarrete Galán
- Maracaibo, Venezuela
Copyright
© 1997, [JONAGA]. Reservados todos los derechos.
Revisado:
Lunes, 12 Mayo 2003.